Por: Nora Castañeda
SEMBLANZA DE JESÚS RIVERO
(Diciembre de 1938-Septiembre de 2004)
Terminaba el año de 1938, era la madrugada de un 25 de diciembre en la ciudad de Caracas; la llamada,
para ese entonces, ciudad de los techos rojos. El 25 de diciembre de 1938, en la maternidad Concepción Palacios de la Parroquia San Juan, nacía un niño que fue llamado, por su madre Eduviges Rivero, Jesús Natividad. Era su tercer hijo y había llegado a este mundo como llegan la mayoría de los niños y niñas de nuestro pueblo, a un hogar que hoy clasificaríamos en el rango de hogares en pobreza extrema. La fecha de su nacimiento era, sin embargo, premonitoria. De acuerdo con el pueblo católico, en una fecha como esa había nacido en un pajar Jesús de Nazaret. De manera que la familia estaba de fiesta por el nacimiento de los dos Jesús.
Fue parte de una familia trabajadora, muy humilde. Sus pasos de niño y adolescente se localizaron en San Agustín del Sur/Caracas, en la ciudad de San Cristóbal en Táchira y en el barrio El Cementerio de Caracas. En 1958 se radicó en la Parroquia 23 de Enero de Caracas, Allí, en 1962, formó una nueva familia, al mismo tiempo que, como dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), enfrentaba, bajo todas las formas de lucha de la época, a la seudo-democracia puntofijista que se inauguró en enero de 1958. Todo ello, desde su condición de joven que asumía tanto su condición de clase como de hombre afrodescendiente.
Al momento de su desaparición física, el 30 de septiembre de 2004, pertenecía al personal jubilado de la Universidad Central de Venezuela, al tiempo que mantenía una lucha activa, tanto por la construcción del nuevo Estado y la Administración Pública que nuestro pueblo y la Revolución Bolivariana demandaban, como por lograr el sueño por el que trabajó incansablemente en sus últimos años: la creación de la Universidad Bolivariana de Trabajadores y Trabajadoras. Una universidad realmente revolucionaria que uniera el trabajo con la educación y generara capacidades para la transformación radical de la sociedad venezolana, de cara al Socialismo.
Jesús Rivero se formó, en buena parte de manera autodidacta, en áreas como Administración Pública; Gestión y Dirección Administrativa; Organización y Métodos; Pedagogía del Oprimido y Educación Popular; Planificación Administrativa Pública; Cogestión; Autogestión y Control Obrero; Administración Municipal; Evaluación de la Gestión Administrativa; Universidad y Sociedad; Desarrollo Local, Diagnóstico Comunitario Participativo y Metodología de la Investigación-Acción Participativa, área esta última en la que fue pionero en Venezuela.
Hemos dicho que de manera casi autodidacta, porque Jesús era de esas personas que son capaces de crear nuevos conocimientos a partir del análisis crítico de conocimientos ya creados los cuales, generalmente, responden a los intereses de las clases o fracciones de clase dominantes. Siempre inconforme con las elaboraciones teóricas existentes en el campo de la Administración, dedicaba largas noches al estudio que luego le servían para impulsar el siempre necesario debate.
Fue un gremialista comprometido con su clase e inició tal actividad en el Sindicato Único de Trabajadores Bancarios del Distrito Federal (1960). Allí conoció a Felipe Malaver, compañero quien, años más tarde, haría parte de esos hombres y mujeres, detenidos, torturados y desaparecidos por la llamada IV República. Compatriotas nuestros que todavía reclaman justicia.
Corría entonces la década de los sesenta del siglo pasado y, siendo empleado de la UCV, fue elegido Secretario de Reclamos de la Asociación de Empleados Administrativos (AEA) y, más tarde, Secretario de Organización de la Federación Nacional de Trabajadores Universitarios de Venezuela. Quienes lo conocieron en esa etapa de su vida saben que ser gremialista revolucionario en ese período histórico en Venezuela, implicaba trabajar a contracorriente, sin garantía de no cometer errores y transitando grandes dificultades, por la construcción de una corriente clasista en el seno del movimiento de los trabajadores y trabajadoras.
Posteriormente, ya en las décadas de 1980 y 1990, fue designado, en diversos momentos, Director de Personal, Director de Asesoría Administrativa y Coordinador del Programa Regional de Extensión de la
Coordinación de Extensión de la UCV. Responsable de las tareas que le fueron asignadas, hizo equipo con los profesores Trino Alcides Díaz y Elías Eljuri.
Como Director de Personal de la UCV, fundó el Centro de Formación para el Trabajo Universitario “Francisco De Venanci”. Jesús creía, firmemente, en la necesidad de impulsar la formación de los trabajadores y las trabajadoras. Tarea necesaria, si queríamos contar con un talento humano comprometido con su clase, su universidad y su Patria.
Desde tal Dirección quiso poner en práctica un sin número de proyectos que pretendían hacer de la Dirección Universitaria una actividad científica, comprometida con las mayorías y desde las mayorías. Al respecto realizó grandes esfuerzos, no siempre comprendidos. Sin embargo, de ello extrajo experiencias que pudo trasmitir a sus compañeros, compañeras, alumnos, alumnas, amigos, amigas, hijos e hijas. Son muchos y muchas quienes hoy, en este proceso revolucionario, utilizamos sus enseñanzas para avanzar en la práctica administrativa revolucionaria. Aquella que reconoce los saberes que existen en todas y todos, e impulsa el debate dialógico y fructífero.
Siempre en la búsqueda de nuevos espacios para enseñar y aprehender, Jesús impulsó y dirigió el Centro de Investigación para la Acción Universitaria de la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (FAPUV), el Programa de Formación de los Trabajadores Universitarios de Venezuela y el Instituto de Educación Popular “Luis Zambrano”, del que fue Coordinador General. La formación para la producción de un conocimiento científico transformador, seguía siendo su razón de vida.
Fue precisamente por ese motivo que aceptó invitaciones para fungir como profesor invitado en varios postgrados universitarios de las Universidades del Zulia, Francisco de Miranda, UNELLEZ, Lisandro Alvarado, Carabobo, Guayana y Central de Venezuela. Le preocupaba y ocupaba el carácter de las tesis de grado en ese nivel. Éstas -cuando se realizaban- estaban muy lejos de responder a las necesidades de nuevo conocimiento del país. Asimismo, trabajó, en universidades de pueblos hermanos como Panamá, Nicaragua, El Salvador, Ecuador y Cuba.
Asesoró a cientos de jóvenes en la elaboración de sus tesis de pregrado y de postgrado, siempre con la idea, como ya lo señalamos anteriormente, de que la producción de conocimientos debía responder a la realidad del país y a una acción decididamente liberadora.
No podemos dejar de lado su compromiso internacionalista. Durante la Revolución Sandinista actuó como asesor del Ministerio de Planificación de Nicaragua. Entre 1980 y 1984 participó intensamente en la reforma administrativa pública; en la formación acelerada de funcionarios y funcionarias del nuevo Estado sandinista; en la gestión administrativa pública; en la reactivación de economías locales; así como en la administración de empresas de propiedad del pueblo. La Nicaragua Sandinista, agredida desde dentro y desde fuera, vivía a la par un proceso de reconstrucción revolucionaria y de heroica resistencia a una contrarrevolución de origen imperial que demandaba de los pueblos del mundo su solidaridad para enfrentarla. Jesús, sintiéndose desafiado por la idea bolivariana de ser Patriota de América, se anotó al lado de los y las nicas como un soldado más. Un hijo de Bolívar se hacía, de esta manera, hijo de Sandino.
La práctica revolucionaria requiere de una teoría revolucionaria, también en la acción administrativa pública. De allí que este trabajador de la docencia, al calor de la Pedagogía del Oprimido y como lector crítico incansable que era, elaboró y compiló múltiples trabajos destinados a la acción educativa, entre otros: Planificación Administrativa y Administración Social; Metodología de la Investigación-Acción; Sistemas de Dirección; y, Evaluación de la Gestión Pública.
Los últimos días de su vida, aquejado por graves problemas de salud y en el marco de la Revolución, escribió sobre la Administración Bolivariana. Sabía que era necesario trabajar este aspecto de la Revolución y se dispuso a elaborar algunas ideas al respecto. Ideas que discutió con todos aquellos y aquellas que se dispusieron a escucharlo. Su formación, bajo la metodología de la dialéctica materialista, le permitió trabajar las angustias que se generan en un proceso revolucionario cuando no se saben manejar las contradicciones de clases antagónicas y no-antagónicas.
El 30 de septiembre de 2004, Jesús dejó de existir físicamente. Muchos y muchas le reclamamos esa temprana partida. Nos era necesario, la Revolución lo requería entre nosotros y nosotras. Mas Jesús Rivero, el negro Riverito, como algunos y algunas lo llamaban, es de los hombres que nunca mueren. Un gran amigo suyo, Jesús Martínez, junto a un numeroso grupo de trabajadores, decidieron impulsar y hacer realidad uno de sus sueños: la creación de la Universidad Bolivariana de los Trabajadores y Trabajadoras. Centro de Estudios sólo posible gracias a esta Revolución ya claramente enrumbada hacia el socialismo del Siglo XXI.
Así, el año 2009 ve nacer el decreto de creación de la Universidad Bolivariana de Trabajadores “Jesús Rivero”; de acuerdo con el decreto firmado por el líder de la Revolución Venezolana: el Presidente-Comandante Hugo Chávez Frías.
Ahora nos toca a nosotras y nosotros continuar el camino. Según el poeta, éste está lleno de piedras, pero es el camino. Recorrerlo resultará complicado por lo que la unidad de este pueblo nuestro, diverso como es, se hará cada vez más necesaria. Aprestémonos, pues, a seguir los pasos de los que ya no están, pero que siguen acompañándonos con su ejemplo vital y sus ideas.
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